Es obligatorio el uso de un sistema de sujeción que evite que el perro interfiera en la libertad de movimientos del conductor, su campo necesario de visión o la atención permanente a la conducción. Elige un sistema de retención que haya demostrado su eficacia mediante ensayos de choque o que están homologados mediante normas europeas, por ejemplo, ECE R17 o DIN 75410-2.
Para minimizar los daños del animal y de los ocupantes del vehículo en caso de colisión, se recomienda el uso de transportín rígido o jaula. Si el perro es pequeño, el transportín donde mejor va es en el suelo del vehículo, detrás de los asientos delanteros. Si la mascota es grande, lo mejor es colocar el transportín en el maletero en posición transversal a la dirección de la marcha. Preferible en este caso, para mayor seguridad, combinar este sistema con la rejilla divisoria.
Si bien según los crash-test, el arnés no es el sistema de sujeción más seguro para el coche, es, con diferencia, el más elegido entre los propietarios de perros debido a su sencillez y vesatilidad. El arnés debe ir enganchado al cinturón de seguridad de alguno de los asientos de la parte trasera del vehículo. Para evitar que la mascota choque contra los asientos, deberá tener un sistema de unión corto. El arnés deberá ser de doble enganche, ya que la hebilla del de un solo enganche se romperá, casi con total seguridad en caso de colisión, provocando lesiones graves e, incluso, mortales al resto de ocupantes.
Un perro suelto en el vehículos aumenta la distracción del conductor. Puede interferir en la conducción al subirse encima de este o al afectar a los sistemas mecánicos (pedales, cambio de marchas, etc.). Supone un riesgo para el resto de usuarios de la vía, tal es el caso de un perro con la cabeza asomando por la ventana, por el riesgo de caída que esto supone. Puede provocar daños muy graves e, incluso, mortales, al resto de ocupantes en caso de frenazo o impacto.
